¡ BIENVENID@S !

¡BIENVENID@S! a mi Blog personal.

Desde aquí, espero transmitiros, todas la emociones, sentimientos, alegrías, penas y satisfacciones, que mi pluma sea capaz de plasmar sobre el folio.

Espero que os guste y al menos durante los minutos de lectura de éste, vuestras emociones, sensaciones, sean como mínimo, gratificantes y enriquecedoras.

Un abrazo.
Annia




domingo, 26 de junio de 2011

LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Rosana tenía los nervios a flor de piel, desde el día anterior.
Todo había ocurrido tan rápidamente, que incluso ahora que tenía su decisión tomada, le parecía que tan sólo era un sueño, un mal sueño.
Había preparado las maletas cuando llegó a casa. Estaba tan encolerizada que durante unas horas pensó que unos días de vacaciones no estarían mal.
Cuando  Andrés la llamó a su despacho aquella mañana, suponía que quería hablarle sobre el último que había escrito y que había salido publicado aquel día.

Recordaba el contenido de éste como si lo hubiera escrito en ese mismo momento.
¡FIESTA ESPECTACULAR EN EL PALACIO DE LOS CONDES DE SIERRA, CON MOTIVO DE LA PUESTA DE LARGO DE LA STA. SANDRA SIERRA!
Anoche, alumbrada por una espléndida luna y rodeada de farolillos de colores y vistosas flores, la Sta. Sandra Sierra, celebró entre música y sonrisas, su puesta de largo, es decir, su entrada en sociedad.
Sandra Sierra, radiante y realmente hermosa, lucia un vestido largo de un suave color azul, bordado con fina pedrería que asemejaban perlas sembradas sobre la parte superior  de su vestido.
Sus cabellos, recogidos en forma de caracola sobre la nuca, dejaban al descubierto su rostro, que con un suave maquillaje en tonos tierras, mostraba la esplendorosa salud de la cual goza. Sobre su muñeca derecha lucia un precioso brazalete regalo de sus padres ante tan feliz acontecimiento. Éste, diseño del conocido  Álvaro de Lienza, mostraba  un dorado Delfín, cuyos ojos estaban compuestos por dos diminutos diamantes. Sobre el cuello, una fina hilera de perlas que depositadas sobre diminutas conchas de oro, hacían sobresaltar la belleza de éstas.
Después de degustar un exquisito aperitivo en los jardines donde el lujo de los manjares expuestos en delicadas bandejas plateadas, competían con el suave aroma de las flores y el delicado sonido que desde una plataforma, situada en el centro del jardín y revestida de raso llegaba hasta ellos de mano de una orquesta, los invitados pasaron a los salones. Estos se encontraban  adornados con candelabros que despedían reflejos plateados que se asemejaba a estelas blancas, que aportaban al ambiente un toque de romanticismo, que conjuntado con las esplendideces  que sobre manteles de un blanco inmaculado se mostraba a los comensales, hacía que la imaginación volara hasta esos grandes acontecimientos sociales donde el Rey era Don dinero.
En el centro de la mesa, un hermoso Cisne esculpido en hielo, les observaba mientras de sus alas pequeñas gotas brillantes de cristal de agua, resbalaban hacía una bandeja dorada que ribeteada por onduladas formas recogían estas. A ambos lados, esparcidas por toda la mesa, diminutas bandejas donde el colorido de los manjares se mezclaba con los variados aromas que desprendían: Caviar, patees, salsas, diminutos panecillos y toda clase de delicias, hacían las delicias (y valga la redundancia) de los comensales.
La Sta. Sierra, conversaba animadamente con su padre,  agradecido por todo aquello y por las alabanzas y felicitaciones que estaba recibiendo de sus amigos.
Entre sonrisas y conversaciones sobre política y aventuras y desventuras de la Alta Sociedad, fueron desapareciendo de la mesa, dichos manjares así como exquisitos Consomés, Delicias de Mero en salsa azul, Trenzado de Ternera con guarnición variada, frutas tropicales, sorbetes multicolores...
Todos, al final de la cena alabaron el menú elegido por la anfitriona, mientras saboreaban variados licores.
Una vez terminada ésta, pasaron al salón contiguo, donde una orquesta les esperaba interpretando suaves melodías.
Sandra Sierra del   brazo de su orgulloso novio, abrió el baile danzando al compás de un hermoso Vals de Straus y seguido a éste, distintas piezas musicales fueron animando a los invitados a unirse a ellos.
La velada continuó con gran animación hasta bien estrada la madrugada, momento en que los invitados cortésmente se fueron retirando, agradeciendo la invitación a tan  lujoso acontecimiento.
Cuando algunos de los periodistas reunidos ya nos retirábamos hacia nuestros vehículos, un pequeño revuelo nos llamó la atención.
En la entrada principal, el Conde discutía acaloradamente con alguien.
Nuestra lógica curiosidad de periodistas, hizo que nos acercáramos con cierta precaución con el fin de oír el motivo de dicha discusión.
Un hombre con aspecto de cansado y la cabeza baja, relataba al Conde, como los trabajadores se negaban a empezar la jornada laboral en las horas siguientes, alegando que era injusto que veinte de sus compañeros fueran despedidos con la excusa de que el rendimiento de la fabrica había bajado y los beneficios no se dejaban ver.
Según exponían en un escrito que al parecer habían presentado no habían motivos para tal despido. La falta de personal y las condiciones en que tenía que realizar el trabajo, (a destajo la mayoría de las veces) suponía una injusticia con sus compañeros, además de que, sólo iban a conseguir con la reducción de la plantilla, que los que quedaban tuvieran que trabajar más horas extras muchos días, que nunca se pagaban en su momento.
El Conde, le escuchaba con gesto de cansancio y con un tono de voz que mostraba su irritación, le insistía en que debía convencerlos, dejando muy claro que con éste fin se le había contratado como Director de Recursos Humanos. Según él, sus argumentos debían ser, que el coste de la vida había subido mucho y no existía otra opción.
El Director de Recursos Humanos si levantar la mirada, seguía insistiendo en que ya había argumentado esas razones en las reuniones y que a pesar de ello se negaban a  negociar.
El Señor Sierra, encolerizado y con palabras demasiado soeces, como para repetir aquí para nuestros lectores, hizo que éste comprendiera, que si la fabrica paraba su producción ese día él mismo sería uno más de los veinte trabajadores que en unos días, engrosarían las ya extensas listas del paro.
Éste, al oír sus amenazas se puso lívido, quizá pensando en cómo iba a explicar a los trabajadores  su situación. Preguntó al Conde si podía calmar los ánimos, prometiendo que en el caso de que se tuvieran que trabajar horas extras, éstas serían remuneradas todas en su momento.
Éste, con gesto de cansancio, afirmo que podía hacerlo pero dejando claro que se pagarían siempre y cuando la empresa tuviera beneficios. Diciendo esto se volvió hacia la casa y fue en ese momento cuando no divisó y con gesto contrariado se acercó a nosotros. Con una sonrisa forzada y la interrogación en los ojos nos preguntó:
-         ¿Están Uds. esperando algo? ¿Espero que durante la Fiesta hallan sido atendidos por mi personal correctamente?
Todos le contestamos que sí y deseando informarnos sobre el asunto que tanto le había alterado, preguntamos sobre los supuestos problemas que existían con el personal de Compañía Naviera.
Su rostro cambió tomando una actitud seria y altanera y con una fingida amabilidad, no muy seguro de lo que habíamos oído, nos hizo saber que sólo era un pequeño contratiempo que le había surgido, el cual ya tenía solucionado.
Nervioso y con gesto de amenaza disfrazada de recomendación, nos explicó sutilmente mientras nos acompañaba hasta la puerta de salida, que no debíamos publicar nada de lo que habíamos presenciado u oído, ya que no quería que a causa de un mal entendido, pudiera ponerse en tela de juicio su capacidad y profesionalidad como Director de tan importante Compañía Naviera. Esto, podía poner en peligro la confianza depositada en él por algunos inversores. Por otro lado, no quería tener ningún problema por falta de entendimiento con la Redacción de ningún periódico ni periodista, dando así por concluido el tema.
En definitiva dicho Sñor. Nos instó muy disimuladamente con sus veladas amenazas, a que no informáramos sobre los problemas laborales de veinte personas que trabajaban para él.
Dicha advertencia no va con la que suscribe dicho artículo, así que Señores lectores juzguen Ustedes mismos. Yo seguiré intentando informarme e informales sobre la realidad que existe detrás de esos despidos.
Rosana Borjas
Al día siguiente, sorprendida aún por las veladas amenazas del Sr. Sierra, llegó a la oficina dispuesta a poner en conocimiento del Director del periódico todo el tema.
No estaba dispuesta a dejar que nadie le negara la libertad de expresión  e información que tantos esfuerzos había costado conseguir, máxime cuando el tema a tratar, era un asunto de interés social que afectaba a tantas familias.
Pero Andrés, no se encontraba en esos momentos en la redacción. Un viaje
inesperado le mantenía fuera de la ciudad e ilocalizable hasta el día siguiente. Ella sabía que éste era un hombre integro y amante de la libertad de expresión, así que no se lo pensó dos veces, ella misma dio la orden a los talleres para que el articulo saliera publicado al día siguiente en la edición de la mañana.
Una vez hecho esto, continuó con su actividad normal hasta que llegó el momento de marchar a casa.
Cuando llegó a la mañana siguiente a la redacción, unas horas más tarde de lo habitual, se desarrollo todo con tanta rapidez que le costó asimilar lo que estaba ocurriendo.
Lidia, la secretaria de Andrés, al verla, la miró como quien mira a un reo a punto de Ser llevado al paredón, e inmediatamente avisó por el interfono a Andrés de que ella había llegado. Éste con voz de impaciencia, contestó que le informara que quería verla inmediatamente.
Al entrar en oficina, apenas tuvo tiempo de pronunciar un escueto ¡Buenos días!  Andrés, con la cara desencajada, de pie detrás de la mesa con el periódico del día en las manos, la miraba encolerizado diciendo:

-   Siempre fuiste una rebelde, atrevida e intrépida periodista, pero tu afán de llevar la noticia al limite de la veracidad, ha hecho que esta vez nos veamos en una situación bastante comprometida para el periódico.
El Sr. Conde me ha llamado encolerizado, exigiendo que el articulo que se ha publicado, - atendiendo a una orden expresamente tuya- , sea contestado con otro que le quite importancia al asunto de los supuestos problemas que se han desencadenado en su Compañía Naviera, tal como os pidió. De no ser así, ha dejado claro que se pondrá en contacto con algunos de los inversores más importantes que nos prestan su confianza, para que nos retiren sus apoyos. Como comprenderás Rosana, tenemos una plantilla lo suficientemente importante como no para arriesgarnos a que el Conde cumpla sus amenazas y nos veamos todos en la calle. Así que te ruego que escribas tú misma ese nuevo artículo para que salga en la edición de mañana mismo.

Rosana estaba sorprendida. ¡Aquello era increíble! Nunca había imaginado que Andrés se dejaría avasallar de esas maneras.
-         Pero Andrés....
No pudo continuar, éste con la mirada baja continuó:
-                    Además, una de las primeras medidas que quiere que tomemos para que esto no vuelva a ocurrir, es que seas despedida inmediatamente...
Rosana encendida de indignación no daba crédito a lo que estaba oyendo. No podía creerlo, Andrés no se atrevía ni a mirarla a la cara, lo cual quería decir que...
-   Por supuesto le he dicho que eso no es posible ya que eres una estupenda periodista, y le he convencido de que si te tomas unas pequeñas vacaciones, el estrés que produjo que entendiera la situación de una manera tan equivocada, desaparecería. Por esta razón, he ordenado – dijo cogiendo un sobre de la mesa que llevaba el logotipo sobre éste de una empresa de aviación conocida - que te saquen un billete de avión, con destino a Cancún. Son unas Islas preciosas donde disfrutarás de un merecido descanso.
Su indignación que aumentaba por momentos, era tanta que no podía articular palabra. Viendo a Andrés con aquel billete en la mano, sus ojos se llenaron de lágrimas, no tanto por el motivo por el cual le eran concedidas aquellas vacaciones, sino por la decepción que acababa de sufrir con Andrés. Le había creído un hombre integro y amante de la libertad de expresión por encima de todo, y acababa de descubrir que se vendía al mejor postor como tantos.
No quiso oí más. Se dio media vuelta y sin hacer caso de los gritos de Andrés –
-                    Rosana, Rosana, el billete…
 Salió de la oficina y de  la redacción Una vez en la calle, dejó que el suave viento que soplaba refrescara su rostro, encendido a causa de tanta indignación.
Tomó un taxi y se dirigió a su apartamento. Una vez allí, casi mecánicamente preparó las maletas y se tumbó sobre la cama. Fue entonces cuando con incredulidad fue asimilando los acontecimientos que habían ocurrido. Las imágenes del Conde en su jardín dejando entrever sus veladas amenazas, hizo que todo su cuerpo se rebelara y una ráfaga de sentimientos de rabia se apoderó de ella...
¿ Qué se había creído aquel estúpido engreído ? ¿ Qué iba a hacer ahora ?
-         El sonido del teléfono la sacó de sus pensamientos...
-         Dígame...
-         Rosana, soy Lidia...
-         Lidia parecía nerviosa y violenta ante la situación...
-         Dime Lidia ¿Qué ocurre ?
-         Rosana, hacía tu casa va un mensajero. Andrés me ha pedido que te avise que lleva
-         el billete de avión que te has dejado aquí, y que el vuelo sale mañana a primera hora...
-         Pero... Está bien Lidia... ¡ Gracias ¡
-         De nada..- .oye Rosana, dijo Lidia un tanto cortada- que...que tengas un buen viaje...
Rosana colgó enfurecida, pensando que toda la redacción sabría ya de su altercado con Andrés a cuenta de aquel artículo, y las condiciones en las cuales se le había concedido aquel periodo de vacaciones.
Necesitaba intercambiar impresiones sobre lo sucedido con alguien, ante la sensación de que iba a explotar por la rapidez con que estaba ocurriendo todo. No conseguía dejar su mente en blanco durante un momento para descansar y analizar detenidamente que iba a hacer. Pero, ¿a quién llamar en esos momentos?
Pensó en Juan Fernández. Hablaría con él e intentaría que pusiera un poco de luz a sus ideas. Marcó el número de su oficina. Todavía estaría allí. Conociéndole como le conocía, sabía que era de los últimos en marcharse de la redacción.
Marcó su teléfono y espero. Mientras recordó como le había conocido....
Fue en los años de Universidad, en las aulas de Periodismo. Juan siempre había sido una persona integra y fiel a sus principios como periodista y persona y fiel amigo de sus amigos. A pesar de que ambos trabajaban para distintos periódicos, y éste era el Director del periódico El Pueblo, la amistad entre ambos se había mantenido y de vez en cuando quedaban para tomar unas copas.. Aunque sus trabajos provocaban que entre ellos existiera cierta competencia, ésta había sido siempre una competencia leal que no enturbiaba esa amistad. Juan, seguro que poseía toda la información que existía en cuanto a personajes de la Alta Sociedad. Su periódico El Pueblo, se había especializado en destapar de una manera ética, responsable y  veraz, cualquier tema relacionado con la explotación o abuso de los trabajadores, así como temas sociales que exigía un apoyo cotidiano de los medios de comunicación y personajes influyentes en la realidad política actual. Si alguien podía infórmala sobre las influencias reales del Conde Sierra y las consecuencias de enfrentarse a él, este era Juan...
-         Si...Dígame,
Rosana ensimismada en sus pensamientos, se había olvidado de que estaba al teléfono..
-         Si... dígame...
-         Hola Juan... soy Rosana... perdona, en la espera se me fue el santo al cielo...
-         Rosana...¡ hola hormiguilla ! ¿qué tal tu cosecha?
Era la broma que le gastaba siempre. Juan decía que ella, era como una hormiguilla que iba cogiendo datos de aquí y allá, para una vez reunida toda la información, tener una noticia bomba, que una vez lanzada, su eco durara todo un invierno...
-         Rosana, ¿sigues ahí ?
Envuelta en sus  pensamientos, se había olvidado de que él estaba al teléfono...
-         Perdona Juan, si sigo aquí..
-         Dime hormiguilla, ¿ qué te pasa ? Te noto un tanto rara ?
Su tono era de preocupación...
-         ¡ Ah ! Nada, nada grave de momento Juan, sólo quería hablar contigo para cambiar impresiones sobre una noticia que tengo entre manos...
-         Rosana, ¿ tiene algo que ver con el articulo que ha publicado hoy tu periódico sobre el Conde Sierra  que va firmado por ti?
-         ¿Como sabes que se trata de eso ?
-         Te conozco, y conozco tu forma de pensar sobre esas injusticias, además chica, no te has privado de decir nada de lo que pensabas, - como sueles hacer claro -  Imagino que al Sr. Conde a debido sentarle el articulo como una patada donde tu y yo sabemos..
-         Bueno... de eso precisamente se trata. Dime Juan ¿ Qué sabes del Conde de Sierra ?
-         ¿ Qué influencias reales tiene en los medios de comunicación ?   
-         Cuidado con él Rosana, la verdad es que tiene mucho poder en estos, pero.. ¿ Qué ocurre ? ¿ Acaso te ha amenazado o algo parecido ? Conozco a e tipo y no es precisamente santo de mi devoción.
El tono preocupado y un tanto enfurecido de la pregunta hizo que Rosana intentara quitarle importancia al asunto...
-         No Juan, sólo quería saber que opinabas de él. No te preocupes...
-         ¿No me mientes?
-         No, desde luego seguro que no le ha gustado el artículo, pero.... es su problema.
A pesar de haberle llamado para desahogarse con él, la reacción de éste le impidió hacerlo. Además, no quería que supiera de momento lo que ocurría. Juan era periodista y ella aún trabajaba para su periódico, no debía sacar los trapos sucios sin estar segura de que era lo correcto en ese momento .
-         Bueno si es así, hormiguilla, ya sabes mi opinión. ¿Querías algo más ? No quisiera cortarte, pero tengo dentro de cinco minutos una reunión, a la cual me veo obligado a asistir. Ésta durará alga más de una hora, si no te importa hablamos luego... ¿ De acuerdo hormiguilla ?
-         De acuerdo Juan, luego te llamó...
Cuando colgó, Rosana se quedó preocupada. Si el Conde tenía tanto poder, quizá ésta era la razón por la cual Andrés se había prestado a las exigencias del Conde. Pero... ¿ Y ella ? ¿ Qué iba a hacer ella ?
El timbre de la puerta la sacó de sus pensamientos. Abrió y se encontró con un
mensajero que le entregaba un sobre.
-         ¿Rosana Borjas ?
-         Si, soy yo...
-         Esto es para Usted. Me firma el comprobante, ¡ por favor !
Después de firmar el comprobante y dar una propina al chaval, cerró la puerta y se quedó mirando el sobre fijamente. Era la prueba de que lo que estaba ocurriendo, no era una pesadilla de la cual se despertaría en unos momentos. Ya sabía lo que había en aquel sobre, aún así, lo abrió. Quería ver si Andrés había añadido alguna nota con el envío.
El sobre contenía un billete de avión, con destino a las Islas de Cancun. Junto al billete, que era de primera clase, para el día siguiente a las nueve de la mañana.
Había una reserva de habitación durante quince días, para el mejor Hotel de Cancun, Un Hotel de cinco estrellas, el cual, ni con el sueldo de un mes, podría ella pagarse la estancia de un mes en la Suit, que había sido reservada a su nombre.
Rosana enrojeció de indignación. ¡ Ahora lo comprendía todo ! Aquel viaje no podía pagarlo la dirección del periódico. ¡ Aquello era demasiado dinero ¡¡ Lo pagaba el mismo Conde Sierra !
A los empleados del periódico, no se les pagaba la estancia en los Hoteles donde se iban a alojar en sus vacaciones. Era el Conde quien quería comprar su silencio mediante aquel viaje, callándole la boca con el lujo que aquel billete y la reserva del Hotel representaba.
Necesitaba estar segura. Marcó el número del teléfono de la Agencia de viajes, donde había sido hecha la reserva...
-         Agencia Continental. Dígame ...
-         Buenas tardes Sta. Quisiera información sobre una reserva hecha a nombre de Rosana Borjas, en el hotel Islamar de Cancun...
-         Lo siento no puedo darle esa información por teléfono a nadie. Tenga en cuenta que no sé quién es Ud. y tengo que cuidar la intimidad de nuestros clientes.
-         La entiendo pero no se preocupes soy Rosana Borgas, la persona para quien está reservado el billete. La reserva la hizo el Conde Sierra para mi esta mañana, par darme una sorpresa... dijo      empleando un tono mimoso y picarón, - con ésta actitud de complicidad con ella, esperaba terminar con  la negativa a darle la información - El caso es que yo también quería darle otra a él.... ¡ Por favor ! ¿ le importaría decirme en que condiciones está hecha la reserva ? No quiero que nada pueda salir mal.
-         Está bien, aunque no es lo normal, por ésta vez lo haré. Un momento por favor... Si, aquí está... Fue el mismo Conde quien nos pido que la reserva fuera hecha para un periodo de quince días, con todos los gasto pagados, incluidos cualquier servicio extra que Uds. pudiera solicitar...
-         Entiendo...
-         ¿ Quería saber Ud. algo más ?
-         No, gracias. Ya tengo toda la información que necesito..
-         Bien, pues encantada.
-         Gracias de nuevo. Adios.
-         Cuando colgó, Rosana hervía de rabia e impotencia 
-         Pero...pero... que se había... ¡ Su prepotencia era inaudita ¡ 
-         Se echó el abrigo sobre los hombro y salió a pasear un rato. Necesitaba
-         tranquilizarse y pensar detenidamente que iba a hacer. Después de darle vueltas una y otra vez al tema mientras paseaba, tomó una decisión... ¡ No cogería aquel avión !
-         Cuando llegó a casa marcó el número de teléfono de Andrés. Este no se encontraba en La oficina, tampoco en su casa, donde en su lugar saltó la voz metalica del  contestador. Le dejó un escueto mensaje donde le explicaba que al día siguiente le mandaría con un mensajero el billete de avión, con el fin de que se lo devolviera al Conde Sierra y le comunicara, que ella no se vendía.
     Puesto que se lo habían dado a él, él se lo debía devolver. Luego le comunicó que con el billete, le llegaría su carta de dimisión. Dejaba su puesto de trabajo, adquiriendo con esto la libertad de prestar sus servicios desde ese momento a cualquier otro periódico que lo solicitara.
     A continuación dado que habían pasado dos horas desde que habló la última vez con él, marcó el número del móvil de Juan. Tenía pensado contarle toda la historia, y que éste desde su periódico intentara desenmascarara a semejante personaje si lo deseaba y se enterara bien del conflito que mantenían los trabajadore de la fabrica de éste.
-         Se oyó la voz de Juan...
-         Dígame...
-         Juan...
-         ¡Ah ! Eres tú, hormiguilla... Dime ¿ qué ocurre ? ¿ te llamó el Conde para felicitarte ?
-         Dijo con un tono de guasa y cierta ironía....
Le contó toda la historia y le dijo que actuara según su ética de profesional le dictara.
Juan se quedó unos segundos callado y cuando Rosana creía que se había cortado la comunicación oyó su voz.
-         Rosana, ya he terminado la reunión. ¿ Tienes algo que hacer ahora ?
-         No. Bueno... si..., un preparar curriculum para mandarlos mañana a las oficinas del INEN, seguro que buscan con desesperación periodista aventureros dijo intentando bromear...
-         Está bien. ¿ Recuerdas el Pub donde nos encontrábamos cuando estudiábamos en la Universidad ?
-         El Haway Par. ¿ Aquél que pensábamos que iba a ser enorme la primera vez que fuimos y resultó ser una sala pequeña y acogedora ?
-         Si, ese. Te espero allí dentro de una hora y media. ¿ Te parece bien ? Quisiera que habláramos de este asunto detenidamente...
-         Está bien Juan, allí estaré...
-         ¡ Ah ! Y no te preocupes por el Conde Sierra. Te aseguro que intentaremos sacar toda la información que nos sea posible sobre el despido de esos trabajadores y la desfachatez y chantaje al que ha querido someterte semejante tipo. ¿ Me dejarás ?
-         Por supuesto...
-         Bien, pues allí no vemos. Por cierto Rosana, no te molestes en preparar Curriculum para nadie. En la Reducción de El Pueblo, necesitamos hormiguilla como tú que sigan creyendo en la libertad de expresión y luchando por esta...
-         Rosana dijo un : De acuerdo emocionado, apenas sin voz...
-         Rosana...¿ Está ahí ? ¿ Te has quedado muda ?
-         Si Juan, estoy aquí. Nos vemos en una hora y media...
-         Hasta entonces pues...
-         Hasta entonces....

Annia Mancheño 

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