Aguijonea el insomnio con la noche como manto,
mientras versa el sentimiento,
el monótono paso de los minutos,
murmurando el péndulo de los segundos,
en camino hacía el resplandor del nuevo día.
Son prosaicas las noches con sus desvelos,
cuando enmudecen en el silencio tus besos,
Y yerto queda el cuerpo, cuando
entornas las puertas de tu morada… ¡Sin dueño!
Cruje ese silencio, ante la ausencia
de la clara luz de tu presencia,
Y en la tribuna de mis deseos inciertos,
ese monólogo de ruegos gritan.:
¡Te quiero!
Suena el reloj… ¡Son las cuatro!
Suena mi corazón…
Son los latidos de tus abrazos!
Y prosigue recorriendo la esencia el sueño,
el camino que devolverá a mí tus pasos.
No turban estos la ufana,
llegada del próximo día,
porque una indescriptible sensación de amor
que expía, cubre y llena tu ausencia,
que pronto será una dulce presencia.
Annia Mancheño
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