con la vista al frente...
Con su mirada envolviendo su presente,
con los libros siempre en las manos.
Con inquietudes...
Hábil educando...
Va inculcando en ellos conocimientos
que harán brotar el tiempo.
Paciente... serio...
Sonriente y campechano,
en todo momento alarga su mano
hacía sus pequeños niños adorados.
Desarrolla descendiendo
a sus años pasados,
la paciencia y tolerancia
que el niño busca como amparo.
Ni escaramuzas, caras de enojo,
sonrisas cómplices, paran sus pasos,
envuelto en la innata
profesionalidad de su trabajo.
Porque la esencia de su voluntad está labrando,
hombres y mujeres que no olvidarán,
a su Maestro de aquellos años.
Ese es el premio...ese es el pago que recibirá de ellos...
Que ansiará por ellos...
¡¡Por su niños amados!!
Annia Mancheño
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