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¡BIENVENID@S! a mi Blog personal.

Desde aquí, espero transmitiros, todas la emociones, sentimientos, alegrías, penas y satisfacciones, que mi pluma sea capaz de plasmar sobre el folio.

Espero que os guste y al menos durante los minutos de lectura de éste, vuestras emociones, sensaciones, sean como mínimo, gratificantes y enriquecedoras.

Un abrazo.
Annia




lunes, 13 de noviembre de 2017

LA CENA DE LA DISCORDIA


 Mireya recordó cómo había ocurrido todo, aunque nunca llegó a entender del todo, el porqué de aquella interpretación tan errónea por parte de su amiga ante las palabras que dijo su marido.

Ellos llevaban años de amistad compartiendo muchos momentos y todo parecía ir bien, sin embargo aquel comentario lo cambió todo.

Todo empezó porque su marido sonriendo y sin mala intención alguna, realizó aquel comentario días después de la cena.

Aquella noche habían pasado unas horas estupendas. Esta resultó agradable y divertida.
Ella había puesto toda la ilusión para agradecerle la confianza que habían depositado en ellos

Pasaron las horas, alargándose la velada y entre bromas y bromas surgió una pregunta en forma de reto. Eran ya altas horas de la madrugada y no recordaba quién la propuso exactamente:
-¿A que nos os atrevéis a seguir la velada un rato más pero cambiando de casa?- Dijeron que sí y entre risas y bromas marcharon a casa de sus invitados. Una vez allí siguieron hablando y tomándose unas copas.

Ya casi entrando la madrugada se retiraron a descansar prometiendo volver a repetir la experiencia.

Sin embargo pasaron las semanas y esta no se repitió, y Mireya notó que algo en la relación con ellos había cambiado.

Volvieron a juntarse con éstos otras veces, pocas, en casa de amigos comunes y fue ahí donde empezó a percibir que algo no estaba igual,   que algo ocurría La pareja estaban distantes; más fríos del habitual. Eran educados se dirigía con amabilidad cuando les hablaba, pero algo era diferente.

Y un día recordó aquella  tarde en la cual, conversando con su amiga que había estado en la cena y a la cual le unía un vínculo familiar con sus invitados, su marido  hablando sobre esto hizo, un comentario tan desafortunadamente entendido, que obviamente trajo consecuencias que no esperaba.-Hay que ver qué cosas... estuvimos hasta las tantas de la madrugada para total tomarnos tan solo una copa más.

Conocía a su marido y sabía que a lo que se refería era que, entre charla y charla, dado que la velada había sido tan agradable nos habían dado cuenta cómo pasaban las horas y que sus invitados debían de estar cansados, por lo cual, se había alargado ésta demasiado.  Ellos mismos lo habían comentado entre sí a llegar a casa. No había más intención que esa. Un simple comentario sin reproche alguno. 

Sin embargo su amiga salto como si hubiera picado un escorpión, al interpretar éste tan erróneamente.
 - Ósea que, ¿Encima de que te llevan a su casa te quejas de que solamente te dieron una copa más? Pues que sepas que pienso decírselo sois unos desagradecidos.

Era inútil intentar aclarar la situación. Mireya estaba tan desconcertada que no podía entender una reacción tan extrema. Como un comentario echo sin maldad podía haber provocado aquella reacción.
No entendía cómo había podido sentarle tan mal esas palabras. ¿A qué venía tanto drama? ¿Cómo había podido retorcer aquellas palabras hasta el punto de convertirlas en una ofensa? ¿Cómo había podido reaccionar de forma tan desproporcionada, con aquella hostilidad?

Pero sabía que dado su carácter, ella ya había realizado sus propios juicios de valor de una forma contundente. Si decía que se lo diría a ellos, lo haría.

Solo eso podía explicar la frialdad éstos en los siguientes encuentros. Un comentario sin malicia, un malentendido, había provocado la ruptura de una amistad que empezaban a gestarse.
Lo que no entendía es porque si esto era así, si ese comentario llegó a ellos, no fueron estos mismos quienes preguntaron el porqué de éste.
Pero a veces en la vida la interpretación de unas palabras puede variar tanto según el tono en que se diga o quien lo interprete, que puede provocar que  el interlocutor entienda, no lo que realmente significa o la persona quiere decir, sino el significado que uno mismo quiera dar a lo que escucha. 
Estaba claro que como se solía decir: “No habían palabras mal dichas, sino mal interpretadas”.
Por ello, cada día tenía más claro que, uno es responsable de lo que dice, pero no de lo que entendían los demás.
                                                        
                                  Annia Mancheño ✍   
                               
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                                                                Imagen tomada de Internet





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