Mireya recordó cómo había
ocurrido todo, aunque nunca llegó a entender del todo, el porqué de aquella
interpretación tan errónea por parte de su amiga ante las palabras que dijo su
marido.
Ellos llevaban años de
amistad compartiendo muchos momentos y todo parecía ir bien, sin embargo aquel
comentario lo cambió todo.
Todo empezó porque su
marido sonriendo y sin mala intención alguna, realizó aquel comentario días
después de la cena.
Aquella noche habían pasado
unas horas estupendas. Esta resultó agradable y divertida.
Ella había puesto toda la
ilusión para agradecerle la confianza que habían depositado en ellos
Pasaron las horas,
alargándose la velada y entre bromas y bromas surgió una pregunta en forma de
reto. Eran ya altas horas de la madrugada y no recordaba quién la propuso
exactamente:
-¿A que nos os atrevéis a
seguir la velada un rato más pero cambiando de casa?- Dijeron que sí y entre
risas y bromas marcharon a casa de sus invitados. Una vez allí siguieron
hablando y tomándose unas copas.
Ya casi entrando la
madrugada se retiraron a descansar prometiendo volver a repetir la experiencia.
Sin embargo pasaron las semanas
y esta no se repitió, y Mireya notó que algo en la relación con ellos había
cambiado.
Volvieron a juntarse con
éstos otras veces, pocas, en casa de amigos comunes y fue ahí donde empezó a percibir
que algo no estaba igual, que algo ocurría
La pareja estaban distantes; más fríos del habitual. Eran educados se dirigía
con amabilidad cuando les hablaba, pero algo era diferente.
Y un día recordó
aquella tarde en la cual, conversando
con su amiga que había estado en la cena y a la cual le unía un vínculo familiar
con sus invitados, su marido hablando sobre esto hizo, un comentario tan
desafortunadamente entendido, que obviamente trajo consecuencias que no
esperaba.-Hay que ver qué cosas...
estuvimos hasta las tantas de la madrugada para total tomarnos tan solo una
copa más.
Conocía a su marido y sabía
que a lo que se refería era que, entre charla y charla, dado que la velada
había sido tan agradable nos habían dado cuenta cómo pasaban las horas y que sus
invitados debían de estar cansados, por lo cual, se había alargado ésta
demasiado. Ellos mismos lo habían
comentado entre sí a llegar a casa. No había más intención que
esa. Un simple comentario sin reproche alguno.
Sin embargo su amiga salto como
si hubiera picado un escorpión, al interpretar éste tan erróneamente.
- Ósea que, ¿Encima de que te llevan a su casa
te quejas de que solamente te dieron una copa más? Pues que sepas que pienso
decírselo sois unos desagradecidos.
Era inútil intentar aclarar
la situación. Mireya estaba tan desconcertada que no podía entender una reacción
tan extrema. Como un comentario echo sin maldad podía haber provocado aquella
reacción.
No entendía cómo había
podido sentarle tan mal esas palabras. ¿A qué venía tanto drama? ¿Cómo había
podido retorcer aquellas palabras hasta el punto de convertirlas en una ofensa?
¿Cómo había podido reaccionar de forma tan desproporcionada, con aquella hostilidad?
Pero sabía que dado su
carácter, ella ya había realizado sus propios juicios de valor de una forma contundente.
Si decía que se lo diría a ellos, lo haría.
Solo eso podía explicar la
frialdad éstos en los siguientes encuentros. Un comentario sin malicia, un
malentendido, había provocado la ruptura de una amistad que empezaban a
gestarse.
Lo que no entendía es
porque si esto era así, si ese comentario llegó a ellos, no fueron estos mismos
quienes preguntaron el porqué de éste.
Pero a veces en la vida la
interpretación de unas palabras puede variar tanto según el tono en que se diga
o quien lo interprete, que puede provocar que
el interlocutor entienda, no lo que realmente significa o la persona
quiere decir, sino el significado que uno mismo quiera dar a lo que
escucha.
Estaba claro que como se
solía decir: “No habían palabras mal dichas, sino mal interpretadas”.
Por ello, cada día tenía
más claro que, uno es responsable de lo que dice, pero no de lo que entendían
los demás.
Annia Mancheño ✍
Copyright. Reservados todos
los derechos de auctor©
No hay comentarios:
Publicar un comentario