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¡BIENVENID@S! a mi Blog personal.

Desde aquí, espero transmitiros, todas la emociones, sentimientos, alegrías, penas y satisfacciones, que mi pluma sea capaz de plasmar sobre el folio.

Espero que os guste y al menos durante los minutos de lectura de éste, vuestras emociones, sensaciones, sean como mínimo, gratificantes y enriquecedoras.

Un abrazo.
Annia




viernes, 5 de agosto de 2011

BUSCANDO UN SUEÑO


Erase una vez... Una pequeña niña llenó las tierras de Andalucía, con la luz de la mirada de felicidad de sus padres.
Esta, vivió feliz en un hogar donde reinaba el amor que rodeaba a seis pequeñas flores que crecían envueltas en el manto protector de esa familia.
Pero los duendes de la vida, resquebrajaron el acogedor manto, robando a la calidez de éste, el pilar protector sobre el cual se extendía. La madre de nuestra protagonista, a la cual ya por entonces llamaba su padre cariñosamente, mi pequeño corazón de fantasías. 
Cuando ésta tenía once años, ella, voló hacía el último horizonte, acompañada de la Dama Negra, en brazos de la insensibilidad suprema, dejando tras su marcha aquel hogar, alumbrado tan sólo por las luces de la tristeza.
Roto el pilar sobre el cual se apoyaban todos, fue duro seguir adelante. Sin embargo, cada uno luchó por sobrevivir, a pesar de tener siempre presente a la tenebrosa Dama de la soledad tras ellos.
Internados... trabajos... decepciones... alegrías... fueron abonando el campo de la vida, que se abrió ante sus ojos, esperando siempre el fruto de la siembra llevada a cabo con el corazón... ¡ La felicidad de sentirse en paz consigo mismos!
Nuestra pequeña protagonista, creció. Pasó la infancia entre muros de soledad;  la adolescencia, en constante búsqueda del amor perdido y la meta que guiara su vida. Y, llegó un día a esa meta que creía buscar. Encontró el amor. Formó una familia, tuvo dos hijas, una de ella, que no llegó a ver la luz del día, ya que éste, extendió su manto de noche sobre sus ojos, unos días antes de traspasar el umbral de la vida.
Sin embargo no desfalleció. ¡Siguió luchando!
Como todo ser humano, siguió buscando la senda, que conduce en el camino de la vida, a aquello que todos deseamos, el sentimiento y la convicción de que mereció la pena seguir andando.
Su hogar se llenó de nuevo con la sonrisa de un niño más, de once años. Esta vez, no nacido del amor de si misma, sino traído al mundo desde la irresponsabilidad de la juventud ajena y abandonado por las circunstancias familiares, en esas cárceles infantiles llamadas Internados. Aquellas cárceles que ella conocía bien, donde vivian, sobre todo,  los frutos de la inconsciencia de los adultos.
Y siguió la vida, llevando hasta su hogar un nuevo pequeño. Esta vez de siete años. Siete años vividos en un hospital, donde le mantenían encerrado las caducas leyes que jueces irresponsables mantienen en vigor, basadas en el tópico y típico refrán: ¨ La sangre tira ¨, frase encubridora, de la desidia propia de aquellos que sólo piensan en los derechos de la infancia, cuando son los de su propia sangre,  las víctimas de las injusticias. Esto, unido a una complicada enfermedad que ponía una fecha limite a su corazón infantil, para seguir latiendo, hizo posible que éste, llegara a su hogar en el anormal periodo de tiempo de tan sólo quince días.
Pasaron los años. Nuestra pequeña niña, ya mujer, creyó que la vida ya le había entregado todo aquello que debía recibir: un hogar, un marido, unos hijos, y la aceptación de una meta marcada hasta el fin de sus días... ¡Ser madre y esposa!
Sin embargo.... la vida es caprichosa y en el andar por ésta, de pronto se aposentan delante de nuestros ojos, encrucijadas que te obligan a decidir qué nuevo camino tomar.
Y, nuestra protagonista, se encontró que aquel camino por donde hasta ese momento transitaba, a pesar de las pequeñas alegrías que éste le mostraba, también le estaba aportando un grado de infelicidad, que transmitía a aquellos con los que convivía, dañando a todos por igual.
Los roles sociales, le exigían que mantuviera aquella imagen de familia feliz, viva, mientras ella se iba muriendo por dentro, al comprender su corazón, que no había felicidad para ella y los suyos, tras la pantomima que representaba una mentira, y que sólo podría enseñar a sus hijos a ser consecuentes en la vida, siéndolo ella misma en aquello que les había inculcado: La familia nunca debía ser una obra de teatro. El amor hacía ellos, se merecía algo más. Una mentira, sólo produce otra mentira y una sucesión de mentiras, sólo construye una cadena que aprisiona la libertad del ser humano, dejándole indefenso ante sus propios sentimientos.
Así que, un día decidió romper ésta. Bajar el telón y dar por terminada la obra, a pesar del miedo al público, decepcionados ante el final de ésta, dando paso a un nuevo guión de sentimientos en su vida.
No resultó fácil la ruptura. Se encontraba en la mitad de su vida , con miles de sueños rotos, dos hijos a su cargo y el dolor de aquellos que la querían, ante el nuevo rumbo que había tomado el barco donde navegaban todos, que naufragando entre olas de sentimientos encontrados, buscaba nuevas orillas donde echar el ancla para una vez cicatrizadas estas, tomar cada uno, un nuevo rumbo por el mar de la vida.
Tubo que bucear mucho dentro de sí misma, esperando encontrar aquel nuevo destino hacía donde dirigirse. Ahora era capitana y tripulante de su propia nave y nadie le había enseñado a tripular ésta en solitario. Tenía pocos conocimientos de navegación, para lanzarse sobre un mar donde imperaba la ley del más fuerte, aquella que basa su justicia en títulos, poder y dinero.
Le costó comprender que el mayor valor del ser humano, no eran estos tres caballeros, enlazados unos a otros como cadenas, sino aquel que permite tener la capacidad de aceptar y valorar la vida y amar ésta, tanto como a uno mismo, y que amarse a uno mismo, significaba amar aquello que debía florecer dentro del ser humano, la flor de la autenticidad, aunque su aroma, el más preciado de los perfumes, no llegue a ser valorado por todos.
¡No fue fácil! Cuando creyó haber perdido todas las fuerzas de que disponía para manejar el timón de su vida, un día, por casualidad, descubrió gracias a un programa de radio de tono intimista, curiosamente llamado Luces en la Ciudad, desde donde otras personas mostraban su lucha por seguir adelante, y  desde donde a través de la poesía y las palabras, afloraban los sentimientos de otros seres humanos.
Una pequeña luz fue encendiéndose dentro de ella y casi sin darse cuenta, empezó a volcar en el mundo de la escritura, todo lo que su corazón sentía, convirtiéndose para ella este hecho, en el sustento y alimento de su espíritu, aún con muchos miedos, ante su pobre conocimiento de las normas  gramaticales al poseer tan sólo los estudios elementales propios de su infancia, pero con el convencimiento de que, sólo la voz de su corazón a través de un folio, podría sacar a la luz todo aquello que su boca se negaba a pronunciar, por miedo a no saber cómo, y que no fuera comprendido.
Y así, empezó una de las aventuras más emocionantes de su vida: Seguir escribiendo...estampar sobre el folio,  momentos... reflexiones... sensaciones... sueños... ¡Vida! Sabía que con la práctica, iría evolucionando y cambiando. El tiempo, la voluntad y su pasión por la escritura, harían posible expresar con más claridad todo lo que quería decir, no sin ser consciente de que tendría que vivir en un proceso de superación permanente, para llegar a vivir de aquello que le aportaba felicidad... ¡Hablar con la vida y de la vida en silencio a través de un folio!
Fueron pasando los meses. Aquel pequeño corazón que tenía los latidos contados,   enmudeció dejando tras de sí una nueva cicatriz. Pero la vida seguía. Trabajos, hijos, escritura y conocimiento de sí misma, fueron los colores de la bandera que seguía ondeando en el mástil de su barco.
Poco a poco, superó los miedos, los malos momentos, y de una manera sorpresiva, descubrió que aquello que escribía, sentía... ¡llegaba a otros seres humanos!
Se sumergió en su mundo, el mundo de las palabras silenciosas, los sentimientos vestidos de tinta, los sueños y las realidades cotidianas  a pesar de que lo sensato, según muchos, era borrar de su mente la pretensión de vivir de  aquello que le gustaba, escribir, argumentando para ello, que tan sólo podía pensar así una soñadora, por no decir claramente, que estaba  loca.
Sin embargo ella sabía bien que, silenciar su pluma, significaba silenciar a su corazón. Así que, si luchar por aquello que quería significaba estar loca...  ¡ Bendita locura!
Poco a poco pequeños escritos vieron la luz del día y fueron compartidos en programas de radio, pequeñas publicaciones y a nivel personal, buscando llenar con ellos pequeños huecos de soledades y paso a paso, aprendiendo, fueron perfeccionándose, sin perder la esencia que los hacía nacer... ¡ Los sentimientos humanos!
Si al arrullo de las ondas radiofónicas, empezaron a gestarse, como se gesta un bebé, en los brazos de ésta, empezaron a dar sus primeros pasos por el mundo del conocimiento público, mientras ella, se preguntaba, cómo y hacía dónde seguir avanzando en el camino.
En un momento determinado, quiso lanzarse por nuevos caminos. Vivir por y para aquello que sentía y necesitaba, y emplear todas sus fuerzas en el empeño. Se encontró con demasiadas voces, que insistentemente, pretendía cortar sus alas. ¿Dónde pretendía llegar? ¿A un mundo donde sólo tenía entrada los privilegiados? ¿ Los sabios?
Tan confundida estaba que se atrevió a preguntar a quien creyó, con más sentido común y experiencia en ese mundo y éste le contestó: ¨ Escribir es el cumplimiento de un destino. ( Si no es así, no merece la pena escribir)¨.
Pero, ¿Cómo podía ella saber si era ese su destino? Durante unos años,  creyó que su destino era ser madre y esposa, y puso su corazón y todas sus fuerzas en ello. Sin embargo, ahora... ¿Quién podía saber cuál era su destino en el momento en el que se vive, si el único destino cierto en la vida de todo ser humano era que un día ésta dejaría de existir?
Así que siguió luchando y trabajando en por de ese destino que ella quería crear. Trabajando para tener la compensación económica, para que ella y su pequeña pudieran subsistir, combinando esto con su continuo aprendizaje en la tarea de llegar a expresar correctamente, entre letras, aquello que sentía.
Seis años, que sacaron a la luz tantos escritos que la sorprendió a ella misma.
Un día, admirado ante su deseo de seguir luchando por aquello que le gustaba, alguien quiso que diera un paso más y le pidió que todo aquello que quería decir, fuera plasmado, en formato de pequeños relatos, destinados a los que deben ser la semilla del futuro... ¡Los niños! ¡Todo un reto! Y, con todas las esperanzas puestas en ello, fue plasmando sobre el papel, todos aquellos valores que  había intentado inculcar a sus propios hijos. Pequeñas aventuras infantiles que aportaran a la niñez toda su confianza en ésta.
Apostaron por ella, con confianza, y ella misma, apostó por su capacidad para hacerlo, a pesar de lo difícil del proyecto que pretendían.
Fue entonces, cuando descubrió lo importante, que por desgracia en esta sociedad, era tener a su lado esos poderosos caballeros... Títulos, Poder y Dinero. Sin estos, difícilmente, nadie se atrevía a darle una oportunidad.
Sin embargo, como oyó una vez: ¨ Siempre que se cierra una puerta, se abre una ventana ¨ Así que, a pesar de que las puertas se negaban a abrirse para ella, a pesar de todos aquellos que pretendían romper su sueño, siguió saliendo por esas ventanas, en busca de otras puertas donde llamar, para encontrar así su oportunidad de demostrar que aquel bebé nacido de la esperanza, podía aprender a andar y llegar a ser parte de ese mundo donde las palabras escritas son importantes.
Siguió luchando y en el camino se encuentra, luchando por un sueño cada día más cercano.   

Annia Mancheño   

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