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¡BIENVENID@S! a mi Blog personal.

Desde aquí, espero transmitiros, todas la emociones, sentimientos, alegrías, penas y satisfacciones, que mi pluma sea capaz de plasmar sobre el folio.

Espero que os guste y al menos durante los minutos de lectura de éste, vuestras emociones, sensaciones, sean como mínimo, gratificantes y enriquecedoras.

Un abrazo.
Annia




lunes, 29 de agosto de 2011

EL RETRATO



  
Era una tarde de Otoño, desde la ventana se divisaba el pequeño parque desde donde los árboles con sus hojas doradas, contemplaban los juegos de los niños que alegres jugueteaban de un lado para otro.
Sus rostros reflejaban todas las emociones que la niñez con su falta del sentido del disimulo, dejaban salir al exterior sin preocuparse de quien o quienes les estaban observando. Sus risa no eran forzadas, sus lágrimas ante cualquier contratiempo no se escondían, sus enfados no se disimulaban. Todavía vivían en un mundo donde cada cual se mostraba como era, sin miedos, sin convencionalismos, sin caretas.
Y se acordó del encargo que a él le habían echo.
Se encontraba sentado delante de su caballete. Los pinceles estaban preparados, el lienzo tensado, los colores en la paleta, la modelo sentada sobre una silla que había  puesto delante de un gran espejo, donde se reflejaba su rostro con claridad.
Todo estaba preparado. Sus manos se dirigían hacia los pinceles. Tenia que empezar aquel retrato.
Se acordó de lo que todos, incluso él mismo, querían ver en aquel rostro. Luces brillantes entre pinceladas de colores claros y luminosos.
Soñaba con dejar sobre el lienzo un rostro lleno de luz. El encargo había sido preciso. Querían un retrato  que mediante pinceladas de colores dejaran ver sobre este, el color de la alegría, la esperanza , la humanidad, la bondad, el empuje , el amor, la felicidad...Todos los brillantes rayos que se desean encontrar  en cada rostro.
Sin embargo el sabía que no podía reflejar sobre el lienzo sólo los destellos más hermosos.
Cuando miraba aquel rostro reflejado en el espejo, veía otros colores no tan luminosos, pero que estaban hay y no podía disfrazar la realidad. Se veía entre sombras el color de la tristeza; el miedo; la desilusion; el desanimo; el dolor, el desaliento; la incomprensión; el cansancio; la preocupación...Todos los colores estaban mezclados unos con otros. Si quitaba estos últimos el retrato quedaría incompleto, sólo sería una caricatura de la realidad.
Si cogía sólo los colores claros y luminosos, seria bonito, pues mirar aquel retrato, sería como  contemplar la ternura del rostro de Campanillas, la ingenuidad de Piter Pan, la valentía a pesar de su timidez de Alicia en el País de las Maravillas, el apoyo del Mago de Hoz, infundiendo con éste, el valor al León, la inteligencia al Espantapájaros, Los sentimientos al Hombre de Hojalata.... Sería como estar contemplando siempre rostros de bellas princesas y príncipes, adentrándose en cuentos con finales felices, sin que nada pusiera enturbiar la vista.
Pero cuando miraba aquel rostro no dejaba de ver también al Pinocho que en ocasiones mentía; el miedo de la bella durmiente ante los celos de su madrastra; el cansancio de Hassen y Greteen perdidos en el bosque; las idas y venidas del Gato con Botas para conseguir lo que su amo que era todo lo que tenia, necesitaba.
Todos los cuentos tienen pinceladas de alegría y tristezas; de bondad y de odio, de mentiras y verdad.
A pesar de esto en el desarrollo del relato se podían vivir distintas sensaciones y disfrutar de éste. Además en el enfrentamiento  entre unos personajes y otros, siempre sobresalen los mejores, es decir los colores mas luminosos.
Cogió los pinceles y se dispuso a pintar. Pero esta vez pintaría lo que él veía en el rostro de la modelo. Estaba cansado de pintar los rostros según deseaban en cada momento en la galería de arte, con el deseo de que nadie se molestara y en ocasiones el temor de que los colores más apagados pudieran herir a quienes no entendieran la pintura. Pintaría aquel rostro según él lo fuera viendo día a día, con las luces y las sombras, con colores luminosos y apagados.
Había pintado durante demasiado tiempo, aún si darse cuenta, algunos cuadros en los que sus pinceles se habían dejado llevar por la mirada de los otros y no la suya.
Si no se vendía en aquella galería de arte, seguro que en alguna otra, habría alguien que sabría valorar aquel retrato con todos sus colores. Hasta que llegará ese momento, se montaría su propia galería.
Cada pincelada de su cuadro sería del color que en ese momento su rostro viera reflejado en el interior del rostro de su modelo. Cada pincelada sería un reto para la siguiente. Seria un retrato que intentaría mostrar el día a día de la modelo y de su creador. Sería su obra. Una obra que debía ir elaborando paso a paso, siempre desde la realidad.
Cogió los pinceles en sus manos y se dispuso a empezar su cuadro. Miró aquel rostro y los untos con los colores, blancos, marrones, negros y verdes. Eran los colores que se veían en ese momento en éste. Había en ellos una mezcla de paz, cansancio, miedo y esperanzas.
Dejo caer los pinceles sobre el lienzo y se dejo llevar por la sensación de que sus manos volaban sobre éste.
Y empezaron a vislumbrase sobre el lienzo unos ojos que le miraba entre agradecidos y asustados. Le sorprendió lo que vio en ellos, pero enseguida se dio cuenta del motivo de su sorpresa. Allí estaban aquellos ojos mirándole.
Comprendió que podría en cualquier momento en que su decisión no le gustara, cambiar la sonrisa, incluso cambiar el rostro completo si era necesario, pero jamás podría lo que dijeran los ojos. En estos no se vería lo que él quería pintar, sino lo que dentro de estos existiera. Siempre se vería lo que realmente había en cada retrato. Todo se podía disfrazar, menos la mirada. Esta siempre diría la verdad del interior de los seres humanos.

Annia Mancheño

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